Este método, utilizado casi exclusivamente desde la antigüedad hasta la era moderna, es a mi entender, Escuela de escuelas, Escuela madre de los grandes artistas y movimientos, que se han ido sucediendo en el tiempo, que enseña que para llegar a diez hay que pasar por nueve instancias anteriores, progresivamente y sin quemar etapas. Es la Escuela que enseña a ir de lo particular a lo general, sin olvidar nunca lo general cuando se observa lo particular. De lo simple a lo complejo. De la línea al valor y del valor al color. Cuidando la unidad y la diversidad. La estructura y la espontaneidad y la exaltación expresiva dirigida más hacia aquello por crear que hacia el hacedor de la creación.
Es la escuela que nos enseña a saber esperar el tiempo de la madurez, de la creación artística, deseándola ardientemente pero sin inquietudes ni impaciencias, sin apurar los tiempos, cuando la maduración se de por simple consecuencia. Es la Escuela que nos lleva de lo clásico a lo moderno y de lo moderno a hacer vanguardia en cualquier tiempo que se viva. Es la Escuela que nos lleva por el camino más lento, más meditado, quizás por eso despreciado, más desesperanzador para los impacientes. Camino más largo, pero camino seguro porque todo esta conectado por un mismo tronco y una misma raíz.
CONCEPTOS IDEALES
Sobre el maestro y el discípulo
Un buen maestro conduce al discípulo desde sus comienzos en un espíritu de liberad, cosa bien difícil, no solo por las características del maestro sino también por las del discípulo.
El maestro debe hacer de su discípulo una verdadera obra de arte.
El maestro necesita conducir con dos batutas complementarias: la exigencia y la comprensión. El discípulo debe dejarse conducir con una obediencia equilibrada, con confianza objetable.
Tanto uno como otro deben cuidar y buscar el equilibrio. Fundamento de la obra de arte.
Sobre la obra de arte
Cuidar los opuestos respetando el rol de cada uno, sin invasión de uno sobre el otro. Buscando siempre el equilibrio, que no es monotonía.
Equilibrio entre lo teórico y lo práctico, entre la técnica y el espíritu creador. Entre la rigurosidad científica y la espontaneidad.
Si la técnica invade el campo que le corresponde a la invención, la creatividad queda ahogada, si el tiempo que se le dedica al estudio de las teorías es superior al de la práctica desarrollamos un arte con mucho cuerpo pero con poca alma. Si por el contrario, la espontaneidad expresiva queda casi exclusivamente atada a la improvisación y se expande sin los limites que le impone la racionalidad técnica y teórica entonces la obra se hace caótica y no llega a conmover al observador.
Una obra de arte no tiene razón de ser si solo sirve para satisfacción de quien la realiza. La obra de arte comienza y termina en el artista pero en el medio debe traspasar el corazón de todo aquel que lo contemple.
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